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¡Tu piel refleja cuánto te amas… y nosotros te ayudamos a cuidarla!

Actualizado: 22 ago 2018


¿Sabías que tu piel supone casi un 16 % de tu peso total? La piel es el órgano más grande del cuerpo humano. Según la talla, la piel alcanza una superficie de 1,5 a 2 metros cuadrados, varía según el sector del cuerpo, es fina en los párpados y dorso de las manos, y gruesa en las palmas y plantas. Su coloración difiere en las distintas razas. La coloración normal depende de factores genéticos, del grosor de la epidermis, cantidad de melanina y vascularización normal. Su pH es ácido debido a los ácidos grasos de la superficie, lo que ayuda como mecanismo de defensa.


La piel es un órgano protector adaptado evolutivamente. Todo ser vivo en el planeta posee algún tipo de barrera, bien sea una capa fina de moléculas o un complejo sistema entrelazado y dinámico, como es el caso de los mamíferos. Estas barreras no solo definen el espacio que ocupa el ser vivo, sino que lo aíslan del medio externo hostil y mantienen el equilibrio interno, con el fin de sostener una adecuada homeostasis (estabilidad interna).


La piel se encarga de regular la temperatura corporal y de almacenar energía, pero por encima de todo, tiene una importante función protectora. Y no solo eso, ¿te habías planteado alguna vez que en realidad es el órgano que más usamos para comunicamos con los demás? Con éste sentimos, tocamos y mostramos nuestros sentimientos más íntimos. Gracias a sus fibras sensoriales, la información no solo procede del exterior, sino que también emana del interior hacia fuera, desde lo más profundo de nuestra alma.

Los estímulos se procesan emocionalmente en función de la situación y provocan determinadas reacciones en nuestra piel. Así, por ejemplo, cuando pasamos vergüenza nos ruborizamos o comenzamos a sudar, cuando tenemos miedo empalidecemos y cuando estamos estresados, nuestra piel lo refleja adquiriendo un tono lívido y con la aparición de ojeras.


La luz solar, el tabaco, el alcohol y el estrés, favorecen la formación de radicales libres, nocivos para nuestra piel. El calor, el frío, la humedad y las toxinas ambientales, también la afectan directamente, y por consiguiente, a nuestra salud. El estado de nuestra piel también está determinado por factores internos como la predisposición genética o el proceso de envejecimiento natural.


Hay cuatro tipos básicos de piel sana: normal, seca, grasa y mixta. El tipo de piel se determina genéticamente. No obstante, su estado puede variar considerablemente según los diversos factores internos y externos a los que es sometida.


Piel normal


"Normal" es un término utilizado ampliamente para referirse a la piel bien equilibrada. El término científico para la piel sana es eudérmica. Aunque la zona T (frente, mentón y nariz) puede ser algo grasa, el sebo y la humedad globales, están equilibrados y la piel no es demasiado grasa ni seca.


Piel seca


"Seca" se utiliza para describir un tipo de piel que produce menos sebo que la piel normal. Como consecuencia de la falta de sebo, la piel seca carece de los lípidos que necesita para retener humedad y formar un escudo protector frente a influencias externas. Esto lleva a un deterioro de la función de la barrera. La piel seca (xerosis) existe en grados de intensidad variables y en formas diferentes que no siempre pueden distinguirse claramente entre sí.


Es significativamente mayor el número de mujeres que de hombres con piel seca y todos los tipos de piel se secan más a medida que envejecen.


Piel grasa


"Grasa" se utiliza para describir un tipo de piel con producción acrecentada de sebo. La hiperproducción se conoce como seborrea. Cierto número de situaciones la desencadenan, tales como: la genética, cambios y desequilibrios hormonales, medicamentos, estrés y cosméticos comedogénicos.


Piel mixta


La piel mixta es, como su nombre lo indica, una piel que consta de una mezcla de varios tipos. Se caracteriza por: Zona T grasa (frente, mentón y nariz), poros agrandados en esta zona, tal vez con algunas impurezas y mejillas entre normales y secas.


En conclusión, la piel está expuesta diariamente a distintos factores que pueden afectarla tanto interna como externamente. También el estado de la piel puede variar considerablemente durante el curso de la vida por factores externos como el clima y la contaminación, los medicamentos, el estrés, la exposición a la luz solar y los estilos de vida poco saludables. Además, hay factores hereditarios que influyen sobre los niveles de sebo, sudor y sistemas de hidratación natural producidos por la piel.


No olvides que tu piel es un milagro de la naturaleza, refleja cómo percibimos el mundo que nos rodea, cómo reaccionamos a él y cómo nos sentimos. Así que ¡cuídala y respétala!

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